Al verse atacada, la mielina se deteriora y se generan cicatrices —conocidas como esclerosis— e inflamación. Este proceso deteriora o interrumpe la transmisión de impulsos nerviosos, generando diversos síntomas en función de la localización, la extensión, la gravedad y el número de las lesiones.
Los síntomas más habituales de la esclerosis múltiple son de tipo motor y sensorial, pero pueden variar en cada persona, por ello se la suele conocer como «la enfermedad de las mil caras».